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        CRÁPULA

In vino veritas.

Erasmo

                  I

Dadme vino, y barajas, y mujeres,
porque la vida se me va escapando;
quiero reír en báquicos placeres,
porque estoy con el alma sollozando,
quiero soñar con Capua y con Citeres,
que me está la razón asesinando;
quiero con el licor beber la vida,
quiero burlarme de mi fe perdida.

                  II

Quiero beber. —Estoy desfallecido,
mi corazón leproso se entumece.
Cuanto puede sufrirse yo he sufrido;
dejad que el vino mi cabeza abrume,
que en la crápula estúpida me olvido
de la vida real que me consume:
dejad, dejad, que cínico, beodo,
pierda al fin la razón quien perdió todo.

                  III

Creí que mi ilusión era posible;
pero hallé entre miseria y podredumbre
de la yerta verdad la faz horrible:
hoy me devora negra pesadumbre,
que al buscar en mi sueño lo imposible
me desperté del Gólgota en la cumbre;
y como Cristo en medio del tormento,
os pido de beber... estoy sediento.

                  IV

¡Susl,.. ¡a beber!... Decapitad botellas,
guerra al dolor, a la locura paso.
¡Choque el cristal!... las ilusiones bellas
en el fondo buscad de vuestro vaso...
¡Divinas libaciones! yo por ellas
me siento arrebatado hasta el Parnaso
como fue arrebatado de improviso
el hijo de Sabaca al Paraíso.

                  V

Baco, Noé, sublimes bebedores,
titánicas figuras de la historia;
coronados de bácaras y flores
debéis estar en la celeste gloria.
De Baco a la salud brindo, señores,
y de Noé bendigo la memoria;
porque siento al beber que el alma crece,
y lo grande pequeño me parece.

                  VI

Y brillan mis harapos humillantes,
y levanto mi frente de maldito,
enano que desprecio a los gigantes;
infeliz que piedad no necesito;
Job con regia corona de brillantes;
gusano que me arrastro en lo infinito,
cuando bebiendo mi cerebro inflamo
¿quién más que yo? —como Satán exclamo.

                  VII

Licor divino, emanación del cielo,
galvánico motor de alma caída,
fuego de inspiración, luz de consuelo,
bezoar contra el veneno de la vida;
tú das calor de la vejez al hielo,
y finges dicha al que la ve perdida.
Hosanna a ti, a quien el orbe ingente
te consagra su culto reverente.

                  VIII

Es de dioses la sangre icor divino,
según la tradición de los paganos,
y la sangre de Dios vuélvese vino,
aseguran católicos romanos.
Reveladme iniciados, por San Lino,
de la cuba los místicos arcanos,
y si queréis que yo me santifique
predicad que en la gloria hay alambique.

                  IX

Servid licor. —Si en duelo fatigoso
arrastráis una vida desgraciada,
bebed con fe, el líquido preciso
es piscina del alma deshauciada:
en báquico espejismo primoroso
yo miro una esperanza dibujada,
y sueño un porvenir indeficiente,
que brilla ante mi ephata omnipotente.

                  X

Doquiera culto tributar se mira
del Dios de Nisa al néctar soberano:
por su húmis el tártaro delira,
y por el braga el indio siberiano:
el saki al japonés placer inspira;
hace el neutle feliz al mejicano,
y agradecido el universo todo
bendice a Baco, al empinar el codo.

                  XI

Vaga el hombre por áspero camino
soñando luz entre tiniebla oscura,
y marcha, marcha errante peregrino
sin voluntad, ni objeto, ni ventura:
al antojo le arrastra su destino
como arrastran los vientos la basura,
que su propia razón le desorienta
y sólo el vino su ilusión alienta.

                  XII

Somos en manos del destino loco
lo que en manos del niño la pelota,
es nuestra mente de ilusiones foco:
al sentirlas morir, el vicio brota;
y caen las creencias poco a poco
como el agua destila gota a gota:
yo que sufrí terribles decepciones
encuentro en el licor mis ilusiones.

                  XIII

Yo que presa de bárbaro ateísmo
a renegar de la amistad me atrevo,
cuando bebo, depongo mi egoismo,
y hermano soy del hombre con quien bebo.
Engañado por báquico espejismo
el santo afecto de amistad renuevo,
y de Diógenes quiebro la linterna
al pasar el dintel de la taberna.

                  XIV

Yo dudo del amor, falso es en todo:
el amor es un duelo en que uno muere;
amor no es redención, es negro lodo,
y ¡guay de aquel a quien su harpón le hiere!
Más juicioso que amar, es ser beodo;
mi corazón a la amistad prefiere,
a quien sufre cual yo, le doy la mano,
y bebe de mi copa y es mi hermano.

                  XV

Renegad del amor. —Vivan las bellas
copas, a las que doy sabrosos besos,
porque en los labios cristalinos de ellas
están los goces del Edén impresos.
Amo tanto las copas y botellas,
que me llena de envidia hasta los sesos
el mosquito sinóptico que boga
en rojo vino, hasta que en él se ahoga.

                  XVI

Quien nada espera ya, maldice al mundo,
y nada espero yo, todo he perdido
sufre el alma tormento sin segundo.
El licor es un bálsamo querido
que hace olvidarme de mi mal profundo.
Viejo, enfermo del alma, descreído,
sólo vivo, lo juro sin empacho,
con la vida ficticia del borracho.

                  XVII

Allá en mi juventud de fuego llena
volaba audaz mi fantasía de loco,
cual vuela el grano de caliente arena
arrebatado en alas del siroco:
mi alma otro tiempo compasiva y buena
emponzoñada está. La verdad toco,
y bebiendo, bebiendo soy felice
maguer la sociedad se escandalice.

                  XVIII

Sociedad exigente y corrompida;
lujuria en el altar santificada;
severa mojigata descreída,
Safo de Sor Teresa disfrazada;
ramera de pudor enrojecida;
reina loca de cieno coronada;
adúltera que audaz alzas el dedo,
yo, ni borracho, respetarte puedo.

Antonio Plaza Llamas


Antonio Plaza Llamas  

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